He tenido la suerte de enseñar a conducir a varias personas, pasando el testigo de lo que mi padre hizo conmigo, ante mi inquietud por aprender. Uno de los consejos que suelo dar y que me aplico a mí mismo es: “Cuando alguien pita, nunca es a ti.

 

Sin embargo, en la vida, pensar que algo no va conmigo me resulta más complicado. Cuando por ejemplo hablo y no me miran, cuando llamo a alguien y no me responde, o preparo todo al detalle y parece que no importa, porque solo se fijan en lo que está mal, o trato de quedar y nunca hay hueco en la agenda, o cuando alguien me gasta una broma o me critica, o cuando todo lo que propongo es rechazado.

 

Estos ejemplos ilustran algo que suelo escuchar en mis sesiones de coaching: “Es que me tomo todo como algo personal”. Quiero en este artículo compartir contigo mi experiencia al tratar esta dificultad con mis clientes, y concluir por qué sucede esto y cómo puedes solucionarlo.

 

Y es que al explorar este comportamiento he encontrado varias explicaciones, pero la más recurrente es que no se pone en valor lo que yo valgo. Al investigar esto, muchos hablan de una voz interior que me les dice: ¿Cómo voy a decir o a hacer yo algo mal?… será el otro. Yo estoy en lo cierto, yo tengo razón. En este modo, te sientes ofendido y reaccionas defendiendo tus propias creencias y razones y creando conflictos. Haces una montaña de un grano de arena y te esfuerzas en demostrar que tienes razón.

 

En esta trampa el foco está en el “YO”, mis razones, lo que yo siento y veo. Visto así, muchos llegan a la conclusión de que lo que realmente hay detrás de dicho comportamiento es el EGO, muchas veces relacionado y alimentado con la creencia de que, al tener razón, yo valgo más. Lo mío vale más que lo del otro.

 

¿Cómo salir entonces de ella? Lo que he visto que ha funcionado ha sido cambiar el foco y dejar de fijarte en ti, y pensar más en el otro. En sus circunstancias, sus necesidades, en sus razones; tratar de buscar la intención positiva del otro. Incluso si la intención del otro es negativa y por ejemplo te insulta o te desprecia, eso tiene más que ver con su historia y con su forma de ver la vida que contigo. Por cierto, también si te alaba.

 

Y es que tienes la opción de vivir en dos distintas creencias: Siempre que alguien pita es por ti o siempre que alguien pita NO es por ti. En la primera, el foco está en tus razones ¿Por qué me pita a mí?; con lo bien que conduzco yo; qué sabrá este que no tiene ni idea. Aquí estarás alimentando tu EGO.

 

En la segunda, pones el foco en el otro y  en sus razones: Quizá llegue tarde; quizá haya tenido algún problema; quizá quiso saludar a un amigo; etc… Y tu vida discurrirá por caminos diferentes en función de que decidas pensar de una u otra forma, tengas o no razón y sea o no por ti por quien pitan 😉

 

Y ahora te toca pensar un poco… te invito a que respondas:

 

¿Para qué quieres tener razón?

¿Cuanto vales, incluso sin tener razón?

¿Cómo sería tu vida si comienzas a pensar en las razones y las creencias del otro?

¿Para qué te sirve entonces tomarte las cosas como algo personal?

¿Qué harás la próxima vez que sientas que te lo estás tomando como personal?

 

Dedico este artículo a mi hermano Ángel Escribano con quien recientemente he tenido conversaciones muy inspiradoras respecto de este tema y a quien tanto le estoy agradecido en la vida por servirme de ejemplo y de guía.

 

Pd.: Te recomiendo la lectura del libro “Los Cuatro Acuerdos” del Dr. Miguel Ruíz, donde se aborda este tema, desde el punto de vista de la sabiduría de los Toltecas, civilización que se dedicó a conservar el conocimiento espiritual y las prácticas de sus antepasados.