El refranero popular Español está lleno de auténtica sabiduría popular. Entre los muchos refranes se encuentra aquel de que dice que “ante el vicio de pedir está la virtud de no dar”. En este artículo me propongo hacer una revisión de este refrán, desde experiencia que me aporta mi trabajo de Coach.

 

Es cierto que hay personas que son adictas a pedir y pedir sin ofrecer nada a cambio, y que no conocen la mesura más allá de su propio interés. Desde este punto de vista podríamos aceptar la referencia que hace el refrán antedicho al hecho de pedir, como un vicio.

 

No menos cierto es que hay un gran número de personas con serias dificultades para pedir como he podido comprobar en las más de 2.500 sesiones de Coaching que he tenido la suerte de compartir con más de 600 personas en los últimos 12 años.

 

Como bien explica Rafael Echeverría en su obra Ontología del Lenguaje, las peticiones juegan un papel vital para poder coordinar acciones entre los seres humanos. Con quienes más necesitamos coordinar acciones es con aquellos con quienes vivimos y nos relacionamos. La dificultad de pedir está, por tanto, directamente relacionada con la calidad de nuestra convivencia, es decir, de la gente con la que vives.

 

He podido ver mucha gente que espera que los demás descubran, casi por arte de magia, lo que a ellos les inquieta o preocupa. Como consecuencia, suelen culpar a los demás de no cumplir con lo que ellos jamás se atrevieron a pedir

 

Trabajando esta dificultad y las malas consecuencias para la convivencia que se derivan de ella, he podido encontrar algunos factores de entre los cuales destacan, la creencia de que molesto con mi petición y el miedo a que me digan que no. En próximos artículos me adentraré en estos factores. Hoy te propongo un cambio a este refranero popular, y que a partir de hoy te digas: “Ante la virtud de pedir, la virtud de no dar”.

 

Porque visto así, pedir es una virtud, no un vicio… y atreverse a pedir lleva implícito la aceptación, por anticipado, de recibir un NO. Y decir este NO, también representa una gran dificultad para no pocos, lo cual también merecería un artículo aparte, y por eso el no dar, es también una virtud.

 

Y ahora te toca pensar un poco… te invito a que respondas:

 

De 0 a 10, ¿cuánto te cuesta pedir?

¿Qué relación tiene tu respuesta con la calidad de tu convivencia?

¿Qué creencia está relacionada con lo que te cuesta pedir?

¿Qué pasaría si cuestionas esa creencia?

¿Qué te pasa cuando pides y recibes un NO?

¿Cómo sería tu vida si pides más?

Dedico este artículo a mi amigo Paco Alfaro, con quien tengo la suerte de tener conversaciones de alto nivel y en ocasiones he reflexionado sobre este asunto que me ha inspirado al artículo de hoy.