Decía el poeta romano Ovidio: “Tómate un descanso; un campo que ha descansado da una cosecha generosa”
En efecto, las leyes de la naturaleza son inquebrantables, y tú, al igual que ese campo, necesitas del descanso para poder dar lo mejor de ti. Y es en esta época del año cuando resulta altamente recomendable distanciarse de tu día a día, tomar oxígeno e impulso para prepararte para la última etapa del año.
Sin embargo, en mi experiencia como Coach, encuentro muchas personas con dificultades de desconectar en su día a día y mucho peor aún, ni tan siquiera se pueden permitir desconectar en vacaciones, e incluso están aquellos que sienten que no pueden ni merecen tomarse esas vacaciones. El sentimiento de culpa por no hacer nada se apodera de ellos. La creencia de que si paran están eludiendo sus responsabilidades, de que deben estar presentes y controlarlo todo y de que son imprescindibles esconde en el fondo miedos. Sin ánimo de ser exhaustivo, algunos de esos miedos son el miedo al fracaso, el miedo al qué dirán y el miedo a la pérdida del control. La hiper-responsabilidad o exigencia extrema en la búsqueda de la perfección, la desconfianza, la necesidad de control y la tensión se apoderan de ellos sin darse cuenta de que, a la postre, aquello que intentan evitar es lo que consiguen cuando no se permiten descansar, entrando en un peligroso bucle del que difícilmente se puede salir sin ayuda y que puede tener consecuencias dramáticas.
Muchos anhelan la llegada de las vacaciones durante todo el año, pero cuando estas llegan, en caso de que se lo permitan, no saben distanciarse. Y es que saber descansar es un hábito y debemos entrenarlo día a día, pues de otra forma, cuando lleguen esas anheladas vacaciones no sabremos qué hacer.
Erase una vez un alumno que se sentía mal consigo mismo a causa del sufrimiento que no cesaba en su mente, hasta tal punto que decidió buscar ayuda y se dirigió a casa del Gran Maestro, ese sabio que le ayudaría a aliviar su sufrimiento. Al llegar a su casa le dijo:
- Maestro, si medito cuatro horas al día, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?
El maestro le miró y le respondió:
- Si meditas cuatro horas al día, tal vez lo consigas dentro de diez años.
El hombre, pensando que quizá podría hacer algo más, le dijo:
- Maestro, y si medito ocho horas diarias, ¿cuánto tiempo tardaré en alcanzar la iluminación?
El maestro le miró y le respondió:
- En ese caso, tal vez lo lograrás dentro de veinte años.
Como en el cuento, quizá dediques excesivo tiempo a tus tareas o responsabilidades diarias pensando que así terminarás antes, cuando en realidad puede que el efecto sea justo el contrario. Como en el cuento, cada día hemos de ser capaces de vivir nuestra vida plenamente, de ser feliz y de disfrutar de la vida así como de encontrar esos espacios de descanso. Para ello te invito a que:
1º.- Revises tu concepto del descanso: El descanso no es solo físico sino también es psíquico, y la realización de actividades que nos procuran placer y bienestar psíquico nos permiten disfrutar de una mejor calidad de descanso físico.
2º.- Que te cuestiones tu creencia de que cuando descansas estás haciendo algo malo. Descansar no es no hacer nada, ni eludir tus responsabilidades. Mientras descansas estás haciendo algo muy importante: descansar y ser responsable contigo mismo. ¿Acaso es más responsable entrar en ese bucle de desconfianza, miedo y desgaste personal que parar para coger impulso?
3º.- No esperes a tus próximas vacaciones para ponerte manos a la obra en tu hábito de descansar. No aguardes para esa ocasión especial, pues vivir es una ocasión especial. Aprovecha cada día para realizar actividades que te resulten placenteras y que por tanto te procuren ese descanso.
Y ahora te toca pensar un poco… te invito a que te observes y te respondas:
- ¿Cómo te sientes cuando no estás trabajando?
- ¿Qué es para ti descansar?
- ¿Qué actividades son aquellas que te procuran placer psíquico?
- ¿Cuál de esas actividades te permites diariamente?
- ¿Cuánto tiempo dedicas a que tu “campo” descanse para la próxima cosecha?
Quiero dedicar este artículo a mi coach y mentor Alfredo García-Castrillón, por su ayuda en mi proceso de crecimiento personal, por ser ejemplo y por su tiempo.
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